Manuel es un pescador. Vive en un pequeño pueblo muy cerca de la playa. Tiene una hija pequeña, Lucy, que siempre lo recibe cariñosamente cuando regresa de su faena diaria en el mar. Así vivían felices, él pescaba, la pequeña iba todos los días a estudiar y al regresar pasaba por la playa a esperar a su papá para ir a casa juntos...
Un día, Manuel regresó de trabajar y notó a Lucy algo triste y decaída. Le dijo que se sentía enferma, tenía dolores de cabeza y tos. Fueron al doctor y se recuperó en un par de días, pero al poco tiempo volvió a enfermar. Y así, la pequeña enfermaba cada vez mas seguido y comenzó a perder la alegría y vitalidad que siempre tenía. Manuel estaba muy preocupado, porque además las medicinas tenían tan mal sabor que Lucy nunca las quería tomar:
- A ver pequeña, abre la boca...
- NO!
- Que la abras, tienes que tomar la medicina sino, no te vas a recuperar
- Que no! Está fea!
Y todo el tiempo era lo mismo, pero al final lucy tenía que obedecer, por que eso es lo que deben hacer todos los niños, y además cuando sanaba podía ir a la playa a esperar a Papá como siempre, en lugar de quedarse en casa. Lucy amaba el mar, pero nunca había entrado a navegar porque Manuel pensaba que mar adentro no era lugar para una niña tan pequeña.
Pero Lucy quería tanto salir a navegar que esperó unos días y cuando Manuel volvió a la playa, luego de abrazarlo le dijo:
- Papá, tengo que contarte algo, ya he decidido lo que quiero de regalo de cumpleaños.
- Ah si? y cómo qué se te ha ocurrido? - Respondío Manuel
- Como me he portado bien y tomo siempre mis medicinas quiero que me lleves a navegar contigo!
Manuel dudó un poco, pero Lucy era ya una niña grande y siempre había querido acompañarlo, así que decidió concederle el deseo de cumpleaños. A los pocos días fue cumpleaños de Lucy, y salieron a navegar según lo prometido.
- ¿Qué bonito es el mar, no papá?
- Sí hijita, pero antes era mas bonito, sin esas botellas y basuritas flotando... y cada vez hay menos peces... ?¿sabes qué es lo que pesqué ayer? Un zapato, un empaque de galletas y un pañal sucio..
- Papá, qué es lo que hay allá?
- Dónde?
- Por allá...
- A ver, vamos!
Manuel remó hasta donde estaba el extraño animal, hasta que lograron verlo claramente. Era una tortuga marina! pero algo le pasaba, por que se movía desesperadamente y de forma muy extraña
- Qué tortuga mas graciosa! qué le pasará? - Preguntó Lucy - Se mueve de forma muy extraña...
La tortuga se sacudía sobre el agua y hacia raros gestos a Manuel
- Yo creo que debe está enferma o algo así, la subiré al bote para ver si podemos ayudarla
Entonces se acercó más y la subió al bote. Después de revisarla un rato se dió cuenta del problema
- Quédate quieta tortuga!
Metió su mano por la boca de la tortuga y sacó una gran bolsa de su garganta
- Al fin! gracias! - Dijo la tortuga
- Una tortuga que habla! - Dijeron a la vez Lucy y Manuel
- Pues sí, yo puedo hablar, pero sólo me escucharán esta vez, ya que en agradecimiento por haberme salvado les responderé una pregunta a cada uno de ustedes. Soy una tortuga muy sabia, ¡no en vano tengo mas de 200 años!
¡Increíble! la tortuga que salvaron no sólo estaba hablando con ellos sino que además les estaba ofreciendo responder cualquier cosa que le preguntaran. Lucy preguntó casi de inmediato...
- Dime, si eres tan sabia, ¿por qué intentabas comerte una bolsa?
- ¡Excelente pregunta! Lo que pasa pequeña, es que las bolsas que arrojan al mar flotan en el mar y cuando las ves desde abajo se parecen mucho a las medusas, que son uno de nuestros alimentos favoritos, entonces nos acercamos rápidamente para atraparlas y cuando nos damos cuenta, a veces es demasiado tarde.. lo mismo les pasa a otros animales marinos con las cosas que los humanos dejan tiradas en la playa o en el mar, por eso nos enfermamos y a veces algo mucho peor...
Al parecer sí era una tortuga muy sabia, Manuel se sintió un poco avergonzado por que somos las personas quienes hacemos daño a otros seres vivos, y a muy pocos les importa... Pero era su turno de preguntar, así que preguntó por aquello que más le importaba en la vida
- Bueno, ahora es mi turno tortuga - Dijo Manuel- yo quiero saber qué debo hacer para sanar a mi pequeña Lucy, que se enferma cada vez mas seguido... a pesar de mis cuidados, todo el tiempo tiene dolores de cabeza y mucha tos, y ya no se que hacer para que se mejore
La tortuga escuchó atentamente y luego se dirigió a Lucy:
-¿Lucy, alguna vez has abrazado un arbol?
- No, nunca, ¿por qué?
- Pues regresen a casa, busquen un arbol y abrácenlo. Los árboles son mágicos, no importa que arbol sea, sólo abrácenlo y él los abrazará también. Entonces sabrán lo que hay que hacer... ahora debo irme, gracias por salvarme, ¡les deseo mucha suerte! - Y la tortuga saltó del bote y se alejó nadando
Manuel no estaba seguro de esa respuesta, pero como ya había probado de todo, decidió volver a la playa e ir con su pequeña Lucy a buscar un árbol y darle un gran abrazo. No se habían dado cuenta antes, pero en el pueblo ya no quedaban muchos árboles, muchos habían muerto por el humo de los autos y la falta de cuidados. Al fin, fueron al este de la ciudad, donde quedaba un viejo arbol de olivo cerca de la plazuela.
Manuel se sentía avergonzado, no quería parecer un loco abrazando árboles por la calle. Pero Lucy sin pensarlo dos veces, se acercó al árbol y lo abrazó. Se puso tan contenta al hacerlo, que Manuel se armó de valor y lo abrazó también, e inmediatamente se puso feliz y sonrió. Mientras lo abrazaban, el árbol les habló:
- ¿Se sienten mejor? - Preguntó el árbol.
- ¡Un árbol que habla! - Dijeron a la vez Lucy y Manuel
- Pues sí, pero sólo lo haré esta vez por que tengo algo que decirles... Ahora que me abrazaron, ¿no se sienten mas felices sólo con estar cerca mío?
- Pues sí, ¡yo me siento muy feliz! - respondió Lucy
- Eso es por que los árboles tenemos la habilidad de limpiar todo el aire a nuestro alrededor, y llenar de energía a quienes nos rodean.. esa es la magia que tenemos los árboles... por eso muchos animalitos viven sobre nosotros y así son muy saludables y felices..
Manuel entendió entonces lo que estaba pasando. Al haber tanta contaminación y tan pocos árboles, las personas estábamos respirando mucha suciedad y eso nos pone mas débiles... pero, ¿cómo hacer para que esa sensación de bienestar dure para siempre?
- La respuesta es muy sencilla - respondió el árbol mágico a los pensamientos de Manuel - Si quieres que la magia dure para siempre, entonces ¡siembra un árbol! si no es posible, entonces busca uno y cuídalo. Abrázalo cuando quieras. Si todos hicieramos lo mismo, pronto todos se sentiran mejor, ¡y la magia de los árboles se esparciría por todo el mundo!
Manuel y Lucy hicieron caso a los consejos del árbol mágico, y convencieron a los pobladores para ayudar a sembrar y cuidar los árboles y las plantas, además de mantener la limpieza del pueblo y la playa. Pronto todos en el lugar se sintieron mejor, mas sanos y vivieron mas felices.
Y lucy? bueno, ella nunca más tuvo que volver a tomar esa horrible medicina.
FIN