LA GUERRA DE LOS TAMALES
Había una vez, en un tranquilo barrio cuyo nombre no recuerdo, una señora muy buena que todos conocían como Doña Patita. Cada domingo, Doña Patita se sentaba en un banquito junto la puerta de la panadería del barrio, con una mesita llena de deliciosos tamales recién hechos, para que los clientes de la panadería pudieran tambien llevar tamales para el desayuno.
En la calle de en frente había una bodega, y en la puerta también había alguien sentado cada domingo. Era Don ratón, un señor también muy bonachón que vendía deliciosas mermeladas y jaleas de diferentes frutas. Don ratón no vendía tamales, y aunque la gente prefería comprar los tamales de Doña Patita para sus desayunos domingueros, él no se preocupaba, ya que estaba seguro que quienes le compraban sus ricas mermeladas quedaban muy contentos y volvían siempre. Además adoraba el aroma de la mermelada de fresas!
Los domingos transcurrían tranquilos así, cada mañana La panadería se llenaba de gente que llevaba el pan para el desayuno y los tamales de Doña Patita. Sólo algunos curiosos llevaban alguna mermelada de Don ratón.
Pero un domingo cualquiera, cuando Doña Patita llegó con su mesita a la puerta de la pandería, encontró del otro lado de la puerta a una esbelta y joven Cisne que llevaba tambien una mesita, y sobre ella docenas de tamales calientes a la venta.
- Buenos días! - dijo la joven - Buenos días - Dijo Doña Patita, aún sorprendida. Instaló su mesita y sus tamales, y casi de inmediato abrieron la panadería y comenzaron a llegar los clientes.
- Oh! hay una nueva vendedora de tamales - Dijo el primer cliente: Pedro Primates, un Mono deportista que pasaba por el pan luego de su rutina diaria de ejercicios en el parque. - Y le aseguro que no ha probado nada mejor! aqui tengo una muestra para que lo pruebe - Dijo la joven Cisne. Pedro probó el tamal y decidió de inmediato. - Llevo 3 - Dijo. - Uno para mi, uno para mi esposa y otro para mi pequeño hijo que es una monada de lindo.
Doña Patita no salía de su asombro. Aquella Cisne le acababa de quitar su primer cliente, pero no lo permitiría otra vez. Rápidamente abrió un tamal y preparó muestras gratis tambien. Cuando llegó el segundo cliente, doña Carmela Gallina, Patita se puso de pie y caminó hacia ella, para ofrecerle sus tamales antes que nadie. La Joven Cisne al ver esto, se acercó también y ambas ofrecieron sus tamales a doña Carmela, insistiendo y tironeando a la poble Gallina a tal punto que la pobre acabó comiendose ambas muestras gratis. Doña Carmela Gallina, que era también muy amiga de Doña Patita, terminó por comprarle los tamales para el desayuno a ella. Patita brincó y celebró mirando burlonamente a la Cisne.
La guerra estaba declarada. Ambas estaban listas para vender sus tamales a toda costa, acomodando sus mesitas mientras compartian miradas recelosas y desconfiadas. Cuando apenas asomaba algún cliente, corrian a ofrecer sus tamales. Ofrecieron tamales al dos por uno, tamales con descuento, tamales con cebollita gratis, tamales con atención al auto, y asi, quitándose los clientes una a la otra cada vez.
No había pasado mucho, cuando apareció Don Chucho, un viejo Sabueso que tenia algunos problemas de audición debido a su avanzada edad. Doña Patita al verlo, aprovechó un descuido de la joven Cisne y se acercó rápidamente a Don Chucho
Don Chucho buenos días, llevese unos tamalitos para el desayuno! - Se adelantó doña Patita.
Buenos días Doña Patita, quiero unos tamalitos, pero por qué solo puedo llevar uno? - responde el perrito.
- No dije "uno", dije " desayuno" don Chucho
- Gracias pero yo no fumo
Mientras Doña Patita trataba de hacerse entender, llegó presurosa la joven Cisne, decidida a vender sus tamales.
- Buenos días Caballero! - Saludó coqueta
- Buenos días, quien usted y por qué me pide dinero? - Respondió el Can
Doña Patita no soportó la intromisión de la joven y respondió a Don Chucho
- No le haga caso don Chucho, es una Gansa que llegó hoy y está aprediendo a vender tamales, pero no son tan ricos como los que yo preparo, y que usted le gustan tanto.
- No soy una gansa! soy Cisne! - Respondió la joven indignada - Y mis tamales son deliciosos, además no tienen tanta grasa como los que prepara la Sra Patita; Tome, pruebe uno que no se arrepentirá.
Doña Patita sorprentida por la respuesta, sacó también una muestra para ofrecerla a Don Chucho primero. - Prueba primero la mia! - dijo muy apurada.
Nuevamente, se pusieron a tironear al viejo can, que aún no entendía lo que estaba pasando. Y entre empujones llegaron a la puerta de la panadería, donde tropezaron y cayeron sobre las canastas de tamales, que quedaron totalmente arruinados.
Don chucho se levantó como pudo - Qué desastre! - Dijo al observar la escena - Y ahora, qué llevaré para el desayuno?
- Don Cucho, ya no queda nada! - dijeron las vendedoras al unísono.
- Mermelada? Buena idea! - respondió Don chucho, mientras levantaba la mirada hacia la bodega de en frente, donde Don ratón esperaba.
Y esperaba sonriente, por que el día, recien comenzaba.
FIN