miércoles, 15 de julio de 2020

Mi amigo el Policía



Había una vez, un pequeño niño alegre y con un gracioso peinado puntiagudo que se llamaba Martín. Vivía a pocas cuadras del colegio, al que todos los días iba y volvía caminando, por el camino que su papá le había enseñado
Un día en clase, la profesora habló con los alumnos.
-El dia de mañana hablaremos de las profesiones, así que como tarea todos deberán pensar a que profesión u oficio les gustaría dedicarse cuando sean grandes y exponer a sus compañeros cuál eligieron y por qué.

Martin se quedó pensativo. nunca había reparado en lo que debería dedicarse en su vida adulta. ¿Por qué tendría que haber pensado en ello? Luego de cumplir con sus deberes en el colegio y en casa, jugaba y se divertía hasta caer rendido por la noche. Así vivía su niñez plenamente y no había tiempo para preocuparse en si debía ser ingeniero, doctor o arquitecto.

Al sonar la campana de salida, Martín salió del colegio y esta vez, en lugar de emprender la caminata en dirección a su casa, decidió abordar el autobús para llegar antes y poder cumplir con la difícil tarea que les había encomendado la profesora. 

Durante el corto trayecto Martín seguía pensando en innumerables profesiones: Abogado, artista, veterinario…tantas cosas lindas que podría hacer, ¿cómo poder decidir en un solo día?. Mientras pensaba y pensaba, Martín no se dio cuenta que el Autobús ya había dejado atrás el paradero en el que debió bajarse para llegar a casa. Un momento después, al levantar la mirada, no pudo reconocer el lugar en el que estaba. ¡Uy, me pasé!

Se bajó de inmediato en el paradero, pero ya era tarde. ¡Estaba perdido! ¿Y ahora qué podría hacer? Martín era un muchacho valiente, así que trató de mantener la calma, y se puso a caminar entre la gente, en dirección opuesta a la dirección en que viajaba el bus, con la esperanza de reconocer nuevamente el barrio en el que vivía. Al cabo de un breve momento, pudo distinguir la figura de un personaje uniformado. - Es un policía – pensó – Pero… ¿sería acaso la policía quien podría ayudarlo? – pensaba y pensaba mientras se alejaba. No pasó mucho tiempo cuando de pronto se le acercó un extraño personaje, de aspecto desgarbado y manos en los bolsillos.
-Eh amiguito, te veo un poco perdido, yo te puedo ayudar - Le dijo mientras se acercaba aceleradamente.
Martín dudó un poco, pero se animó a responder, a pesar de que su Mamá le había dicho muchas veces que no hablase con personas extrañas - Sí, creo que estoy perdido – Le dijo
-Pues no te preocupes, te has topado con la persona correcta. Yo puedo llevarte a tu casa en este momento si me acompañas – Le dijo el sujeto
Martín pensaba – ¿Podría confiar en esa persona?  - Pero no había terminado de decidir cuando el malhechor lo tomó del brazo e intentó llevarlo. Martín palideció y trató de pedir ayuda, cuando de pronto una figura conocida apareció frente a ellos. Era el policía que había dejado a varios metros atrás, quien al verlo caminando solo, decidió acercarse para ofrecerle su ayuda.
El malhechor huyó despavorido, dejando a Martin con el Policía. Ya a salvo, pudo contarle cómo había llegado allí y juntos encontraron el camino a casa.

Al día siguiente, Martin volvió al colegio y pudo exponer sobre la profesión que le gustaría ser cuando sea mayor. Quería ser alguien respetado, en quien se pueda confiar y que ayude y proteja a los demás. ¡Quería ser como su amigo el Policía!

FIN

domingo, 30 de julio de 2017

La guerra de los tamales

LA GUERRA DE LOS TAMALES

Había una vez, en un tranquilo barrio cuyo nombre no recuerdo, una señora muy buena que todos conocían como Doña Patita. Cada domingo, Doña Patita se sentaba en un banquito junto la puerta de la panadería del barrio, con una mesita llena de deliciosos tamales recién hechos, para que los clientes de la panadería pudieran tambien llevar tamales para el desayuno.
En la calle de en frente había una bodega, y en la puerta también había alguien sentado cada domingo. Era Don ratón, un señor también muy bonachón que vendía deliciosas mermeladas y jaleas de diferentes frutas. Don ratón no vendía tamales, y aunque la gente prefería comprar los tamales de Doña Patita para sus desayunos domingueros, él no se preocupaba, ya que estaba seguro que quienes le compraban sus ricas mermeladas quedaban muy contentos y volvían siempre. Además adoraba el aroma de la mermelada de fresas!

Los domingos transcurrían tranquilos así, cada mañana La panadería se llenaba de gente  que llevaba el pan para el desayuno y los tamales de Doña Patita. Sólo algunos curiosos llevaban alguna mermelada de Don ratón.

Pero un domingo cualquiera, cuando Doña Patita llegó con su mesita a la puerta de la pandería, encontró del otro lado de la puerta a una esbelta y joven Cisne que llevaba tambien una mesita, y sobre ella docenas de tamales calientes a la venta.

- Buenos días! - dijo la joven - Buenos días - Dijo Doña Patita, aún sorprendida. Instaló su mesita y sus tamales, y casi de inmediato abrieron la panadería y comenzaron a llegar los clientes.

- Oh! hay una nueva vendedora de tamales - Dijo el primer cliente: Pedro Primates, un Mono deportista que pasaba por el pan luego de su rutina diaria de ejercicios en el parque. - Y le aseguro que no ha probado nada mejor! aqui tengo una muestra para que lo pruebe - Dijo la joven Cisne. Pedro probó el tamal y decidió de inmediato. - Llevo 3 - Dijo. - Uno para mi, uno para mi esposa y otro para mi pequeño hijo que es una monada de lindo.

Doña Patita no salía de su asombro. Aquella Cisne le acababa de quitar su primer cliente, pero no lo permitiría otra vez. Rápidamente abrió un tamal y preparó muestras gratis tambien. Cuando llegó el segundo cliente, doña Carmela Gallina, Patita se puso de pie y caminó hacia ella, para ofrecerle sus tamales antes que nadie. La Joven Cisne al ver esto, se acercó también y ambas ofrecieron sus tamales a doña Carmela, insistiendo y tironeando a la poble Gallina a tal punto que la pobre acabó comiendose ambas muestras gratis. Doña Carmela Gallina, que era también muy amiga de Doña Patita, terminó por comprarle los tamales para el desayuno a ella. Patita brincó y celebró mirando burlonamente a la Cisne.

La guerra estaba declarada. Ambas estaban listas para vender sus tamales a toda costa, acomodando sus mesitas mientras compartian miradas recelosas y desconfiadas. Cuando apenas  asomaba algún  cliente, corrian a ofrecer sus tamales.  Ofrecieron tamales al dos por uno, tamales con descuento, tamales con cebollita gratis, tamales con atención al auto, y asi, quitándose los clientes una a la otra cada vez.

No había pasado mucho, cuando apareció Don Chucho, un viejo Sabueso que tenia algunos problemas de audición debido a su avanzada edad. Doña Patita al verlo, aprovechó un descuido de la joven Cisne y se acercó rápidamente a Don Chucho

Don Chucho buenos días, llevese unos tamalitos para el desayuno! - Se adelantó doña Patita.
Buenos días Doña Patita, quiero unos tamalitos, pero por qué solo puedo llevar uno? - responde el perrito.
- No dije "uno", dije " desayuno" don Chucho
- Gracias pero yo no fumo

Mientras Doña Patita trataba de hacerse entender, llegó presurosa la joven Cisne, decidida a vender sus tamales.

- Buenos días Caballero! - Saludó coqueta  
- Buenos días, quien usted y por qué me pide dinero? - Respondió el Can

Doña Patita no soportó la intromisión de la joven y respondió a Don Chucho

- No le haga caso don Chucho, es una Gansa que llegó hoy y está aprediendo a vender tamales, pero no son tan ricos como los que yo preparo, y que usted le gustan tanto.
- No soy una gansa! soy Cisne! - Respondió la joven indignada - Y mis tamales son deliciosos, además no tienen tanta grasa como los que prepara la Sra Patita; Tome, pruebe uno que no se arrepentirá.

Doña Patita sorprentida por la respuesta, sacó también una muestra para ofrecerla a Don Chucho primero. - Prueba primero la mia! - dijo muy apurada.

Nuevamente, se pusieron a tironear al viejo can, que aún no entendía lo que estaba pasando. Y entre empujones llegaron a la puerta de la panadería, donde tropezaron y cayeron sobre las canastas de tamales, que quedaron totalmente arruinados.  

Don chucho se levantó como pudo -  Qué desastre! - Dijo al observar la escena - Y ahora, qué llevaré para el desayuno?

- Don Cucho, ya no queda nada! - dijeron las vendedoras al unísono.
- Mermelada? Buena idea! - respondió Don chucho, mientras levantaba la mirada hacia la bodega de en frente, donde Don ratón esperaba.

Y esperaba sonriente, por que el día, recien comenzaba.


FIN







martes, 11 de octubre de 2016

El extraño mundo de las medias sin par

Esta es la historia de Martin, un travieso niño de 6 años que vivía con su mamá.

Como todo niño de su edad, le encantaba jugar todo el tiempo. Al volver de la escuela hacia las tareas rápidamente y apenas terminaba, sacaba sus juguetes y comenzaba la diversión; Un día jugaba a las carreras de autos, otro día sus soldados del espacio salvaban el planeta y otro construia una increíble estacion de bomberos con sus bloques de madera. Su imaginación no tenía límites. Pero lo que más le gustaba, era jugar con Muelas, un dinosaurio de goma con el que vivía grandes aventuras.

Todo parecía andar muy bien en casa de Martin, si no fuese por que cuando terminaba de jugar, se sentía tan cansado que sólo queria meterse a la cama, y dejaba los juguetes tirados a pesar que mamá le decía siempre que los guarde al terminar.

Un dia al volver de la escuela, quiso jugar con Muelas el dinosaurio, pero no lo encontró. Buscó entre los montones de juguetes tirados, y pregunto a su Mamá. Ella le dijo que él sabía bien que debia ordenar sus juguetes para poder saber donde esta cada cosa, asi que no fue de mucha ayuda en ese momento.

Martin se fue a dormir muy triste esa noche, ya que por mas que buscó no pudo encontrar a Muelas.

Pero el no sabía que momentos después ocurriría algo muy extraño. Ya entrada la noche, cuando todas las luces se habían apagado, una extraña criatura emergió de debajo de la cama y se acercó lentamente a Martín, despertándolo con un susurro: "pssst... Martiiinnnn..."

Martin entreabrió los ojos y vió a la extraña criatura - ¿Quien eres?! - Le preguntó

Me llamo Pepe calcetin, y como puedes ver soy un títere. Tu no me recuerdas, pero tu papá me hizo hace muchos años para entretenerte cuando eras apenas un bebé

Eres muy gracioso - Le dijo Martin, sin ningún temor - Y a qué has venido?

Pues he venido a buscarte, por que he conocido a un dinosaurio que esta triste por que no puede volver a encontrarse contigo y necesita tu ayuda. Es muy pesado para mi así que yo no lo puedo traer.

Debe ser Muelas! lo he estado buscando.

Si!, así de llama. El pobre se perdió en medio del desorden de tu cuarto, y ahora no puede volver. Debes seguirme y te llevaré donde está él.

Pepe llevó a Martín bajo la cama, y se deslizó entre los viejos y empolvados juguetes que allí habían. Un guitarra de juguete, una patineta oxidada, una  pelota desinflada y un viejo pony de madera. Martin apartaba todas las cosas y apenas podía ver. No paraba de quitar cosas, cuando de pronto cayó en un enorme y oscuro agujero.

Que susto! pero cayó sobre un montón de cosas blanditas y no sintió nada - Donde estamos? - preguntó

Bienvenido al mundo de las medias sin par - Le dijo Pepe - aqui vienen a parar las cosas que se pierden en tu casa

Martín escuchaba con asombro, mientras se daba cuenta que había caído sobre un montón de medias de diferentes colores y tamaños. También habían otras cosas que siempre se perdían, como las plantillas interiores de las zapatillas, piezas pequeñas de juguetes, tapas de la batería del control remoto de la tele, los tornillos que se le caen a papa cuando repara las cosas, juguetes completos también, algunos de sus bloques de madera, canicas, pelotas de pin pon... Y mas medias, muchas medias....


Y por qué todo viene a parar aquí? - preguntó Martín

Te imaginas si todas las cosas que se pierden se quedaran en casa? - Dijo Pepe - tarde o temprano las encontrarías, y dejarían de ser cosas perdidas!

Esa explicación no tenía mucho sentido para Martín, pero lo único que le importaba en ese momento era recuperar a su querido Muelas y salir rápidamente de allí.

Y donde está Muelas? - Preguntó Martín

Estaba por aquí hace un momento, pero como hay tantas cosas no es fácil encontrarlo ahora - respondió Pepe.

Era cierto, habían muchísimas cosas en ese lugar, y Martín había reconocido demasiadas cosas suyas, incluso algunas que el ya había olvidado que tenía. Buscaron por mucho tiempo, moviendo y removiendo, hasta quedar agotados. Parecía que el lugar era enorme, y Pepe le explicó que era asi por que mientras mas cosas se perdían, mayor debía ser el mundo de las medias sin par, pues tenía que haber espacio allí para todo.

Quiere decir que si yo fuese mas ordenado, este mundo sería mas pequeño? - Dedujo Martín

Pepe miró a Martín y esbozó una sonrisa de satisfacción. - He oído que hay algunas casas donde los niños son tan ordenados que su mundo de medias sin par tiene el tamaño de una pelota de tenis

- Del tamaño de una pelota de tenis? Pero este mundo es enorme! creo que Mamá tiene razón. debo ser un poco mas ordenado.

Mientras conversaban, Martín y Pepe seguían caminando por aquel extraño lugar, hasta que por fin divisaron a una criatura de cuello largo, que miraba fijamente hacia arriba

Es Muelas! lo encontramos! -  gritaba Martin de alegría

Corrieron a darle el alcance, y se abrazaron como si no se hubieran visto en mucho tiempo. Martin notó que muelas miraba hacia el cielo por que había encontrado una salida muy pero muy arriba, tanto que a pesar de tener un cuello extra largo, no lograba alcanzar.

Cómo lograrían salir?. Pepe le dijo a Martín, que si pudieran subir sobre algo un poco mas alto, y él se trepaba sobre el cuello de Muelas, seguramente lograrían llegar tan alto como para alcanzar la salida.

Entonces, Martín tuvo una gran idea. Con la ayuuda de sus amigos, juntaron y ordenaron todas las cosas que encontraron en el lugar. Habían tantas cosas que hicieron una montaña de objetos de todo tamaño y color. Al terminal, fue facil para Muelas subir por la montaña y mas facil aún para Martín alcanzar la salida, subido en la cabeza de Muelas.

Una vez fuera, pudo sacar a Muelas y a Pepe.

Los tres amigos se abrazaron y rieron. Martín salió de debajo de la cama llevando a Muelas y a Pepe con él, y los dejó junto a su cama. Les prometió que sería mas ordenado de ahora en adelante, para que nunca mas tengan que separarse y mucho menos volver a ese extraño lugar. Y con esa promesa, volvió a dormir

Muy temprano por la mañana, Martín despertó y se dió cuenta que todo había sido un sueño. Pero grande fue su sorpresa al ver que junto a su cama, se encontraban Muelas y Pepe tal como el los había dejado.

Minutos mas tarde, cuando Mamá entró a la habitación de Martín, lo encontró limpiando y ordenando todos sis juguetes.

Pero Martín, estas ordenando tu cuarto, qué te ha ocurrido? - Preguntó Mamá gratamente sorprendida

Nada Mamá - Contestó Martín - Sólo quiero que el Mundo de las medias sin par sea tan pequeño como una pelota de tenis!


FIN